Argentina, 1985
Tuve una experiencia hermosa viendo esta película. La vi en una sala colmada de gente de todas las edades, de risas y de emoción que terminó con un aplauso mientras sonaba Inconsciente Colectivo y rodaban los créditos con las imágenes de las personas y situaciones reales que inspiraron Argentina, 1985. Sé que no fui la única, porque por los mensajes que me mandaron hoy contándome algunas de sus experiencias, parece que todos vivimos algo similar y eso es bastante poético.
Dejando por un rato de lado lo que significa para nuestro país ver en pantalla este momento tan heroico e importante de nuestra historia, Argentina 1985 es una gran película de juicios, género que se suele denominar “courtroom drama” y que en Hollywood tenemos varios maravillosos exponentes. Desde The Verdict, A Few Good Men hasta una Bridge of Spies y tal vez una All the President 's Men -que aunque no sea estrictamente este género sí tiene muchos puntos en común-, la película de Santiago Mitre podría acomodarse tranquilamente en ese pasillo del videoclub, para usar analogías ochentosas.
La película sigue al fiscal Julio Strassera (Ricardo Darín) y a su adjunto Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani) -que obviamente son personas reales pero que están muy bien escritos como personajes- mientras recopilan evidencia en tiempo récord para llevar a juicio a la Junta Militar en un momento de democracia aún muy débil. El guión (de Santiago Mitre y Mariano Llinás) se permite conocer la vida familiar de Strassera, lo cual resulta en un gran acierto dándole humanidad en las escenas con su esposa Silvia (Alejandra Flechner) y sobre todo con su pequeño hijo Javier, que es toda una revelación. Por otro lado, Ocampo con su familia patricia y una madre que va a misa con Videla es un ingrediente fundamental para crear un personaje con matices y conflictos internos, que se utiliza de forma muy astuta y termina en un momento muy conmovedor en una charla telefónica.
A nivel estructura y puesta, la película es muy clásica y accesible, lo cual creo que en este caso es muy positivo para acercar al público a esta historia. La trama fluye cómodamente y las dos horas y media de duración se pasan volando.
El humor es una parte importantísima de esta película, que ayuda a descomprimir y contrarrestar la gravedad de lo que le toca investigar a este equipo de jóvenes abogados y los testimonios espeluznantes que oímos y vemos, esta vez, con la cámara de frente. La película te permite emocionarte y absorber la fuerza de estas escenas.
La dirección de arte y efectos visuales que recrean la Buenos Aires de los 80s es impecable y un placer de ver, haciendo notar el presupuesto de un gigante del streaming detrás. El trabajo de Ricardo Darin y de Peter Lanzani es excelente, y quiero destacar también a los actores que se bancaron planos sostenidos recreando los testimonios porque logran transmitir muchísimo.
“No se si existen los héroes” le dice Julio a su esposa, y esta película nos demuestra que sí, y que son personas con grises o que podrán tener pasados algo cuestionables pero que deciden no ser cobardes en los momentos decisivos, donde la verdad y la justicia están en juego. Nuestro país siempre fue polarizado en política, en fútbol y en un montón de cosas, pero esta película viene a recordarnos que estamos unidos en lo que es verdaderamente importante, y eso nunca lo tenemos que olvidar.