Cada año que sale una nueva temporada de Black Mirror digo lo mismo. Me encanta darle play a cada episodio sin saber con qué me voy a encontrar, entrar a ciegas una vez más a las ideas retorcidas de Charlie Brooker.
Pero cuando arrancó Black Mirror y Netflix aún no estaba metido en la ecuación, esta antología siempre fue una especie de ventana al futuro próximo y de alguna manera una especie de advertencia sobre el uso y abuso de la tecnología o los medios de comunicación en nuestras vidas. Pero lo cierto es que no es lo mismo mirar una serie así en 2011 que en 2025, donde miras a tu alrededor o lees las noticias y parece que cualquier serie de este estilo se quedó corta. Creo que hoy pega diferente.
Con el estreno de la sexta temporada, Charlie Brooker se atrevió a explorar otros subgéneros para expandir la premisa de la serie un poco más allá del “cautionary tale” sobre la tecnología, algunos con más éxito que otros. Se atrevía también a meterse con el mundo del streaming en una movida bastante cínica y tonta a mi gusto con el primer episodio de la temporada anterior.
Esta vez Brooker decide volver a las raíces de Black Mirror pero aún así no puedo evitar pensar que tantos episodios después y con la realidad ya alcanzando (por lo menos) a la serie, me resultó un tanto repetitiva en general, aunque con varios momentos altos.
COMMON PEOPLE:
Brooker vuelve a arrancar una temporada con una crítica a los servicios de streaming (dijo en una entrevista que Netflix no le bajó ninguna línea y le dio total libertad), pero esta vez en un tono muy diferente al de Joan is Awful, yendo hacia la oscuridad total y más fiel a las vibras que podemos asociar con esta serie: oscuridad, cinismo y bastante humor negro. Las plataformas convirtiéndose ya no en un lujo o una comodidad, sino un bien esencial para la vida y por ende, irrenunciable. Una suscripción de por vida a una corporación que te exprime hasta lo último. De cierta forma también podríamos verlo como una crítica a la comercialización de la salud. Es un buen arranque de temporada aunque por momentos se siente innecesariamente repetitivo y subrayado.
BETE NOIRE:
Este episodio es el menos comprensible de la temporada. Acá no se intenta criticar nada sino contar una historia medio tirada de los pelos con elementos de ciencia ficción y realidades paralelas que quizás le quedaron afuera de la temporada anterior. Me pareció que tiene un tono demasiado serio todo el tiempo para lo absurdo de la premisa, se tarda bastante en llegar a lo jugoso y recién decide irse full para lo bizarro sobre el final. Quizás si hubiera abrazado ese absurdo un poco antes, me gustaría más.
HOTEL REVERIE:
Con el éxito y el impacto que tuvo San Junipero, es inevitable que Brooker intente acercarse un poco a lo que causó ese gran episodio de la tercera temporada con otro romance trágico en el mundo virtual. Este episodio tiene grandes momentos en su segunda mitad cuando de hecho vemos el romance florecer y hasta un final bastante efectivo, sobre todo por la actuación de Emma Corrin que lo da absolutamente todo y tiene una dulzura irresistible. Sin embargo toda la premisa en la que está ubicada la historia, este experimento raro de una IA que usan para una remake de una especie de Casablanca me pareció bastante rebuscada e inverosímil. Era completamente necesario y relevante comentar sobre los estudios usando inteligencia artificial, pero no compré para nada la idea. No le veo mucho sentido a que un Netflix quiera hacer una nueva Casablanca de esta forma, y a su vez el funcionamiento de la tecnología es complicado de más y termina entorpeciendo un poco todo. El constante corte al “detrás de escenas” le quita fluidez y me sacaba constantemente de la historia. San Junipero no puede ser destronado fácilmente.
EULOGY:
Prácticamente en la vereda contraria a Hotel Reverie, Brooker decide en este episodio dejar en segundo plano la “novedad tecnológica”. No se complica con explicaciones o vericuetos innecesarios y simplemente utiliza el recurso a favor de la historia y de su protagonista. Acompañamos a Paul Giamatti (estos lujos que se da Black Mirror) en un viaje reflexivo al pasado a través de una especie de realidad aumentada de sus fotografías, intentando comprender el dolor de una relación terminada para empezar a sanar y perdonar. Eulogy es un episodio que encuentra la belleza y la emoción en lo simple, elevado por la increíble actuación de Giamatti que al menos a mi, me emocionó hasta las lágrimas con la expresión de su rostro en el final. Sin dudas mi favorito de la temporada, y una muestra de que no siempre Black Mirror tiene que ir a la oscuridad para ser efectivo.
PLAYTHING:
Otro de los episodios que me frustró bastante porque siento que acá hay una buena idea a la que le faltó una pulida. Hay algo sobre la cultura gamer, la inteligencia artificial, la revolución de las máquinas y demás cosas interesantes pero contadas de forma bastante aburrida a través de un monólogo y la utilización de flashbacks. Tanta exposición de conceptos tan abstractos me aburrió bastante.
USS CALLISTER II:
La primera secuela que hace Black Mirror es de otro de sus episodios más celebrados, una especie de Star Trek que se estrenó en la cuarta temporada. Aunque me resultó entretenido y siempre disfruto de ver a Cristin Millioti y si me das al menos una escena con Jesse Plemons nunca me voy a negar, no le vi tanto el sentido. No tengo tan fresco el episodio de la cuarta temporada, pero recuerdo que era en partes iguales una aventura intergaláctica y la historia de un personaje muy turbio que resultaba en un final bastante oscuro. Acá el tono es un poco más juguetón y se zambulle más en la parte de “aventura intergaláctica”. Mucho menos memorable que su predecesor.
¿Qué les pareció esta temporada? ¿Cuál fue su episodio favorito?