Civil War
Alex Garland es para mí de los cineastas más interesantes del momento, y digo esto aún cuando no todas sus películas me convencieron. Dirigió una de mis favoritas como Ex-Machina, una miniserie muy infravalorada como es Devs, escribió otras películas que me encantan como 28 Days Later o Never Let Me Go, pero otras como Men que me decepcionó bastante. Pero se nota su sello de autor y sus mensajes son bastante claros y, como en el caso de Ex Machina -una película que está a punto de cumplir una década-, visionarios.
#CivilWar es lejos su película más ambiciosa y demuestra que es un gran cineasta además de ser un guionista muy astuto. Esta es la primera superproducción de A24 y la primera del estudio en ser proyectada en IMAX alrededor del mundo. Valoro mucho que a pesar de su presupuesto, el estudio que a esta altura es reconocido por descubrir nuevos autores, no haya resignado la visión de su director por fines comerciales.
Antes de verla estuve leyendo reacciones bastante divisivas de la película, y creo que puedo entender por qué. Sin embargo a mi me encantó y sin dudas es de lo mejor que vi en el año hasta el momento (junto con Dune, claro).
Estrenar una película con este título, donde se muestra a una Estados Unidos completamente quebrada por la división política en un año electoral es lógico que despierte todo tipo de reacciones. Especialmente en el público norteamericano. Y especialmente por la decisión -provocadora tal vez- de no identificar los bandos que se están enfrentando. Creo que justamente por la situación de ese país (y del mundo) se esperaba otra cosa que Civil War no es. No es una película que se inclina por un partido o ideología, no te dice a quién votar, no te dice “quienes son los malos y quienes los buenos”, para ponerlo de la forma más reduccionista posible. Lo que Garland buscaba era otra cosa y entiendo que eso cause ciertas reacciones negativas en la audiencia.
Conocemos a un presidente, interpretado por Nick Offerman, del cual no sabemos demasiado. Sólo que está en el mandato por bastante tiempo, que disolvió el FBI, que no da entrevistas y que sale en televisión a dar reportes mentirosos sobre el conflicto. Está claramente más cerca del fascismo que otra cosa, pero no tenemos detalles de cómo se llegó a esta situación. La película nos larga en el medio del conflicto sin dar demasiadas explicaciones porque, de nuevo, no es lo que a Garland le interesa.
El conflicto en sí mismo, una nación dividida a extremos peligrosos más allá del diálogo es sobre los que nos intenta advertir Civil War. Es una película antibélica en el sentido de que nos muestra el horror de la deshumanización absoluta de una sociedad tan agrietada que ni siquiera le importa de qué bando sos. Te disparo porque me estás disparando, como se menciona en una de las escenas mejores logradas del film.
La película tiene una estructura de road movie, lo que nos permite recorrer esta Estados Unidos distópica con algunos escenarios que nos remiten a otras historias post-apocalípticas. Sin embargo acá no estamos en el año 5000 ni nada por el estilo, es algo que podría pasar mañana mismo (y no solo en Estados Unidos) y eso la vuelve doblemente efectiva.
La decisión de ponernos en los zapatos de periodistas es muy interesante. Kirsten Dunst interpreta a Lee, una fotoperiodista reconocida que está acostumbrada a presenciar guerra y muerte. “Tomás la fotografía para que otro haga las preguntas, ese es el trabajo”, le explica a Jessie (una excelente Cailee Spaeny) en un momento.
Pero Garland elige poner al periodismo en el foco para también abrir una interrogante sobre la profesión, sobre todo en situaciones extremas como esta. Lo que hacen es importante pero ¿cuál es límite moral? ¿se están jugando solamente el ego y el narcisismo por sobre el objetivo real de la profesión? ¿Cuán imparcial se puede ser realmente sin caer en la deshumanización? En la película no hay celulares ni redes sociales, pero creo que podemos trasladar estas mismas interrogantes al rol que juegan en la realidad en conflictos como este.
Más allá de los debates y opiniones que pueda generar, es indiscutible que Civil War es una experiencia intensísima que se vive al extremo en la sala. El diseño de sonido hace que cada disparo (de las armas pero también de las cámaras) te aturdan y abruman, sobre todo en la increíble secuencia final en Washington que te deja al borde del asiento.
No quiero dejar de mencionar la terrorífica escena con Jesse Plemons que es tan genial que con solamente un cameo, logra ser de lo más memorable de la película. Escenas como esa o la de la estación de servicio son tan efectivas porque no es difícil de imaginar que en una sociedad tan dividida y armada como Estados Unidos, las agendas individuales se conviertan en pequeñas películas de terror.
Está en cines. Si la vieron, cuéntenme qué les pareció.