Cuando Acecha la Maldad
Hace bastante se venía hablando de que la mejor película de terror del año era argentina. Es que #CuandoAcechaLaMaldad pudo verse en varios festivales como el de Toronto y el de Sitges (donde recibió el premio mayor) y también en muchas salas de Estados Unidos. Ahora que finalmente llega a nuestros cines la nueva película de Demian Rugna, la expectativa que había creado era tanta que temía que no pudiera alcanzarla. Ya saben que me encanta el género así que no pude evitar emocionarme. Por suerte la película me encantó y no solo estoy de acuerdo en que es la película de terror del año, sino que para mí es de las mejores de cualquier género.
Demian Rugna decide hacer acá una especie de película folk horror, utilizando el campo argentino con sus extensas llanuras como escenario, desde ahí ya es un gran acierto. Seguimos a dos hermanos, Pedro y Jimi, que encuentran un cadáver desmembrado cerca de su casa. Poco después descubren que en una vivienda vecina hay un “embichado”, algo así como alguien poseído. Pero ninguna de las reglas de películas de posesiones que hayamos visto son aplicables acá, y esa es una de las cosas que más me gustaron de esta película. Desde ese momento empezamos a entender un poco el “lore”: que por alguna razón la Iglesia se murió, no hay más religión, y que los “embichados” no pueden ser disparados con armas de fuego, deben ser eliminados por “limpiadores” con artefactos especiales.
A diferencia de otras películas de posesión, acá el “embichado” es la fuente de la maldad pero no es su límite, sino que esta se esparce, y se contagia. Acá es donde se pone cada vez más interesante y cada vez más incómodo todo. Como dije antes, no solo no importan las reglas de “películas de posesión”, no importa ninguna regla implícita del cine de género. Si hay muertes desagradables, Rugna no va a cortar el plano antes del impacto mortal, te lo va a mostrar. Si hay mujeres o niños, tampoco están a salvo, y también lo vas a ver.
Cuando la película establece esto ya en sus primeros minutos, sabés que no te podés relajar. Rugna también lo sabe, y se aprovecha de cada plano para generar tensión y anticipación ante el peligro. Esta no es una película con jumpscares, pero sí con imágenes perturbadoras y escenas extremadamente incómodas.
Pedro, nuestro protagonista, está lejos de ser una persona moralmente admirable. De hecho, nos enteramos que tiene una perimetral con su esposa y su hijos -más adelante sabemos por qué- y que no es exactamente un buen padre. A pesar de esto, cuando la maldad acecha no duda en ir por ellos antes de huir del pueblo, pero puede que sea demasiado tarde. Los niños son una parte central de la historia. “A la maldad le gustan los niños, y a los niños les gusta la maldad” dice un personaje en un momento. Y la implicación de esa afirmación es oscura y escalofriante. Los niños son el símbolo de la inocencia, pero no están exentos de los males que los rodean y de la maldad que los acecha. Si los dejamos solos, puede que después no podamos salvarlos.
Toda la película está llena de momentazos memorables, y la secuencia final es aterradora y magnífica. Rugna vuelve a aprovechar los paisajes y edificios rurales para el terror y los resultados son excelentes. Los efectos prácticos están muy bien y Rugna hasta se dio el lujo de filmar animales, cosa que no debió haber sido nada fácil. Si la vieron ya saben de qué escena en particular hablo.
Un orgullo nacional, así que vayan a la sala a bancar el terror argentino bien hecho.