Don't Worry Darling
No recuerdo otra película con tanto escándalo como Don’t Worry Darling en el último tiempo. Desde rumores de peleas en el set, amoríos, infidelidades, actores despedidos, actrices dirigiendo escenas y hasta escupitajos; la novela detrás de la producción pide a gritos un documental porque de este lado necesitamos SABER.
Pero en este post hablaré sobre la película en sí. Por mi parte (y creo que estamos todos de acuerdo) tenía mucho entusiasmo por esta película principalmente por lo mucho que disfruté Booksmart, la ópera prima de Olivia Wilde. Además de eso, esta segunda película contó con un presupuesto mucho mayor y según lo que prometía el trailer, se trataba de un thriller con suspenso ambientado en los ‘50s. Para completar, protagoniza Florence Pugh, una de las actrices jóvenes más talentosas y prometedoras del momento.
Lamentablemente la película se queda a medio camino y no cumple prácticamente ninguna de sus atractivas promesas. El principal problema que tiene esta película es su guión, que establece un misterio bastante intrigante pero que se siente redundante a través de reiteradas secuencias que no parecen aportar nada nuevo, lo que resulta en una experiencia bastante aburrida. Es como si el primer acto se extendiera por el doble de lo necesario y la revelación del misterio y sus consecuencias llegan demasiado tarde. La película no tiene tiempo de procesar la resolución ni las implicaciones del giro final, y creo que este tampoco llega a resignificar muchas de las cosas que vimos durante la primera hora y media de película.
Por más de que tanto la idea que plantea Don’t Worry Darling como el “twist” no se sientan como algo nuevo, me parece que había potencial para contar una buena historia. Florence Pugh es una gran protagonista que mantiene nuestra atención escena a escena, por más de que la trama se sienta vacía. Lamentablemente el resto de los personajes se sienten poco explorados, y sobre todo sabiendo algunas decisiones y revelaciones del final, hubiera funcionado mucho mejor si nos daban más contexto sobre el personaje de Gemma Chan o el de Olivia Wilde.
Harry Styles es el co-protagonista de Florence, y a pesar de que se nota que no es actor y está bastante por detrás del resto de sus compañeros, acompaña de forma correcta en la mayoría de las escenas.
La dirección de arte, vestuario y los aspectos visuales de la película son sin dudas su punto más fuerte. Es un placer de ver, y una lástima que la historia no se sienta lo suficientemente jugosa para acompañar a las imágenes.
La crítica internacional destrozó la película después de su estreno en Venecia, y no puedo evitar sentir que hubo un ensañamiento particular, más que nada teniendo en cuenta lo benévolos que son con otras películas, sobre todo de franquicias. Es una película con un montón de problemas y cuya historia se siente vacía, pero no calificaría como “un desastre” como lo hicieron algunos medios.
¿La vieron? ¿A ustedes qué les pareció?