Guillermo del Toros's Pinocchio
Podría decirse que la versión de Guillermo del Toro de #Pinocho es la adaptación definitiva del clásico cuento de Carlo Collodi. También me atrevo a decir que es una película que engloba todas las preocupaciones, temáticas, estilo y estética de la filmografía de este gran director. Más allá del nivel de artesanía, virtuosismo y belleza de la animación stop-motion, la paleta de colores, dirección de arte y diseño de los personajes tienen toda su personalidad.
Esta película parte de la historia que ya todos conocemos -mayormente por el clásico de Disney de 1940- pero Del Toro hace algunos cambios que resignifican el mensaje de esta fábula y lo vuelven mucho más valioso. El film no le escapa a la oscuridad y te rompe el corazón de entrada con el prólogo donde conocemos a Carlo, el hijo de Gepetto, que morirá trágicamente en una explosión dejando un vacío en el corazón de su padre que no puede llenar. Es así que en una noche de tormenta, angustia y borrachera, Gepetto decide “construir” un nuevo Carlo en una secuencia magnífica que evoca a Frankenstein.
Pero cuando su creación cobra vida debido a la magia de un espíritu, la reacción de Gepetto es de miedo y posterior rechazo hacia Pinocho, quien en su inocencia y pureza se cuestiona todo y desafía las reglas constantemente a diferencia de Carlo. El foco de la historia, a diferencia del clásico de Disney, no está en que Pïnocho aprenda a obedecer y a portarse bien, sino en que Gepetto aprenda a amar y aceptar a su hijo tal cual es.
Esta es una historia sobre padres e hijos imperfectos pero en donde es posible la redención, es posible aprender de los errores. Ubicar la historia en la Italia fascista es una decisión acertadísima porque permite hacer énfasis en otra diferencia con otras adaptaciones: no siempre las “reglas” están bien y hay veces que desobedecer es lo correcto. Esto puede verse en otra compleja relación de padre-hijo, en el Podestá con su hijo Candlewick quien lo obliga a ir al ejército para luchar por Mussolini. Candlewick aprenderá gracias a Pinocho que decir no al fascismo aunque implique desobedecer a su papá no es una debilidad.
Ponerla en contexto de la Italia de Mussolini es una decisión audaz por parte de Del Toro pero que la vuelve completamente relevante. El fascismo es la oscuridad a la que se enfrenta la juventud y también los adultos, es la sumisión absoluta que esta película quiere desafiar. Hasta hay un comentario sobre la Iglesia Católica y su rol en este tipo de gobiernos. Las mejores películas de Del Toro siempre fueron muy políticas así que tampoco hay que sorprenderse demasiado, pero aplaudo que se incluyan estas cosas en films “para niños” que creo pueden despertar inquietudes y preguntas correctas.
Pinocho aborda también de manera brillante la vida y la muerte. Pinocho deberá aprender que la vida es al mismo tiempo una bendición como una maldición, pero será su decisión de romper las reglas para salvar a su papá lo que lo convertirá en un niño de verdad. La mortalidad y el amor que damos mientras estamos en el mundo es lo que nos hace realmente humanos, y esta película le da una vuelta hermosa a eso que es imposible que no te conmueva.
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