House of the Dragon está basada en una especie de libro de historia, y lo que más me gusta de esta serie -que se nota aún más en esta temporada-, es lo obsesionada que está con la historia. Cómo se escribe, quién la escribe y cómo serán recordados los personajes cuando sus hazañas sean perpetuadas en páginas de la historia Targaryen. Creo que este abordaje no sólo es interesante como concepto, sino que a nivel adaptación también le da a Ryan Condal, el showrunner, ciertas libertades de decisión. Jugar un poco con estos personajes y sus motivaciones, conocer el “detrás” de lo que está escrito por un maestre, probablemente sesgado, en una enciclopedia westerosi.
Cuando la temporada pasada se trataba de presentar esta familia y poner el corazón emocional en Viserys, cuya muerte marcó la ruptura definitiva entre verdes y negros, esta temporada fue más sobre estrategia política, propaganda, y bastante foco en el rol que ocupa el pueblo, aún en una monarquía con príncipes con dragones. Condal dijo en una entrevista que consideraba esta segunda temporada como una “guerra fría” antes de la guerra propiamente dicha. Una guerra donde los relatos se instalan ya sea usando a tu favor la muerte de un niño para gritar “Rhaenyra La Cruel” por King’s Landing, desfilar una cabeza de dragón como trofeo, o enviar comida a modo de mensaje. La reina que no olvida al pueblo. “Hay otras formas de pelear una guerra”, le dice Mysaria a Rhaenyra. Un personaje que no viene de la nobleza pero tiene un rol importante en esta temporada, y es quien sugiere usar bastardos Targaryen como jinetes de dragón. The Red Sowing es sin dudas uno de los momentos más altos que tuvo esta serie, visualmente toda la secuencia del reclamo de dragones es maravillosa.
Pero además de reclamar dragones, en The Red Sowing el arco de Rhaenyra se pone muy interesante. Creo que nuestra reina negra toma un lugar demasiado pasivo en la primera mitad de esta temporada, pero sobre el final, empujada por las palabras de Mysaria y probablemente también de Daemon, empieza a convencerse a sí misma del papel importante que juega en esta historia. Y creo que hay indicios de que podría ir por un camino algo peligroso.
Hablando de los roles que cada uno juega en la historia, como dije al comienzo, House of the Dragon se trata de eso. Y en el final de temporada vemos cómo varios personajes se dan cuenta de que son sólo una parte pequeña de algo enorme, tan solo una pieza en el tablero y no un jugador, como dice Alys Rivers. Daemon es uno de los que lo entiende. Su arco culmina con otro de los grandes momentos de la temporada, pero el camino para llegar ahí fue bastante tedioso y repetitivo.
Alicent creía que sabía el rol que jugaba, pero finalmente entiende que es completamente irrelevante. Culpable pero también víctima. En la temporada hubo muchos paralelismos narrativos y visuales entre las tres reinas: Rhaenyra, Alicent y Haelena. Tres mujeres atrapadas en un mundo de hombres, obligadas a ser reinas, ya sea por mandato o herencia, y dándose cuenta lo difícil que es tener algo de libertad en una historia que parece estar ya escrita.
A pesar de todo lo que le rescato a esta serie, sí es inevitable notar que hay varias líneas argumentales al que se le dedicó tiempo de más, y por ende a otras un poco de menos. Daemon es la principal, pero creo que también lo de Rhaena está un poco de más. Aunque me gusta para donde está apuntando, su presencia en el final de temporada creo que no funciona para nada. Conocer las aventuras del hermano Lannister con la Triarquía estuvo simpático y obviamente será importante en la batalla que viene, pero creo que tampoco tenía lugar en un season finale.
Lo que sí creo que es mérito de estos episodios es la construcción de Aegon y de Aemond, que la temporada anterior prácticamente no eran personajes. Acá me resultaron muy interesantes e incluso empatizo mucho con el rey, otra víctima de ser simplemente una pieza en el tablero de alguien más.
No puedo no referirme a las críticas negativas que está recibiendo la temporada, pero sobre todo el final. La crítica principal es que faltó guerra, faltó acción, sangre. Creo que House of the Dragon está intentando ser mucho más que eso, y queda más que demostrado con esta temporada y con las declaraciones de Condal. Esta historia no es Game of Thrones (que tampoco tenía demasiada acción en las primeras temporadas), de por sí la escala es mucho menor. Es cierto que hay una guerra inminente que sabemos que sucederá, y ya sea por tiempo o presupuesto o decisión narrativa aún no vimos tanto, pero sí se siente que hay planificación, y eso lo aprecio. Además nos dio la batalla de Rook’s Rest, el momento más épico con dragones que se haya visto en televisión y mi episodio favorito del año hasta ahora.
Eso no quita que estoy frustrada por esperar dos años, pero me encanta esta serie aún con sus defectos.
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