Killers of the Flower Moon
Que Martin Scorsese estrene una nueva película en cines a sus 80 años ya es evento suficiente como para conmover a la comunidad cinéfila, pero cuando además esa película se trata de una épica gigante que, como muchos lo han puesto, puede que sea la película más importante de esta etapa de su carrera, el evento es aún más emocionante.
Killers of the Flower Moon es una película enorme en todos los aspectos de la palabra. Hace bastante se viene hablando de su duración, que es cierto, es una película muy extensa. Pero cada uno de sus 206 minutos está ahí por algo. Es una película que se construye instante a instante, escena a escena. Y cuando te das cuenta, estás completamente inmerso en esta historia que a pesar de su duración, todo el tiempo sentí que podía ver aún más (además tuve la oportunidad de verla en IMAX así que pude saborearla al máximo). Me pasó algo parecido también este año con otra película muy extensa, Oppenheimer, con la que creo que tiene más de una similitud.
La película está basada en el libro de David Grann publicado el 2017 que, además de detallar los crueles asesinatos de la comunidad Osage a comienzos del siglo XX, también se enfoca bastante en el nacimiento del FBI, ya que estos crímenes fueron los primeros casos de gran relevancia para el buró de Hoover. La película, sin embargo, acertadamente decide poner su foco casi totalmente sobre la comunidad Osage y relegar a la última hora el rol de los agentes en estos crímenes.
Mollie Burkhart, interpretada de manera brillante y conmovedora por Lily Gladstone, es el corazón de esta historia. Scorsese nos pinta el fresco de la comunidad Osage de Oklahoma con un magnífico prólogo, los más ricos del país en ese momento debido al petróleo de sus tierras, pero es a través de Mollie como vamos a conocerlos realmente.
Scorsese a través de su filmografía ha reflejado la violencia, la corrupción y los pecados de la humanidad, si queremos llevarlo a un terreno religioso, muchísimas veces. Goodfellas -probablemente su obra más recordada- es la película de gángsters definitiva, pero creo que nunca había mostrado la maldad como en Killers of the Flower Moon.
Acá la violencia no es “canchera”, no está musicalizada con rock ni hay personajes como Henry Hill o Jordan Belfort que, a pesar de que quedaba claro que no eran buenas personas, estaban mostradas con encanto y carisma. Acá la maldad es desgarradora. Las muertes son filmadas -y habladas- crudamente y con una mundanidad que da escalofríos. Wiliam King Hale, interpretado por Robert De Niro, es el mal. Es la traición, la corrupción, la mentira y todos los pecados que se te puedan ocurrir. Pero lo más oscuro de todo es que las sociedades, tanto la norteamericana como la nuestra, están construidas con “Hales” en el poder, y Scorsese no podía haberlo mostrado más claramente. Hale es poderoso y adorado por una comunidad a la que por detrás está asesinando, y como dice casi sobre el final, “de eso se van a olvidar”.
Ernst, su sobrino, es probablemente uno de los personajes más complejos que Leonardo DiCaprio ha interpretado para Scorsese. Creo que pueden darse varias lecturas sobre sus actos y motivaciones, y sobre lo que finalmente nos quiere decir Marty poniendo un personaje así junto a Mollie. En la primera escena de muchas que comparte con De Niro (qué placer por favor) nos queda claro que este chico no tiene todas las luces. Su tío lo sabe y no tarda más de unos segundos en empezar a manipularlo hasta conseguir que se case con Mollie y usarlo para cometer la traición más atroz imaginable. Pero ¿Ernst la quiere realmente? ¿es maldad si está siendo manipulado por un hombre mucho más inteligente y astuto que él? Si no hacemos nada para detener la maldad ¿somos inocentes o cómplices de lo que pasa a nuestro alrededor? Estas preguntas se plantean durante toda la película y creo que en su mayoría son contestadas eventualmente, y resulta fascinante que haya un personaje así al frente de esta película, tan complejo, imperfecto y a años luz de la astucia de los Jordan Belfort o los Howard Hughes.
No quiero arruinar el final de esta película por si algunos no tuvieron aún la chance de verla. No me refiero a la resolución de la historia, sino a la especie de epílogo que Scorsese decide colocar en los últimos minutos. Nunca había visto algo así, y me parece de una genialidad digna de todos los elogios posibles, algo que sólo puede salir de la cabeza de alguien tan sabio como Scorsese, que con 80 años y más de 25 películas aún reflexiona y piensa el cine. Se pregunta sobre su lugar en la historia como artista y contador de historias, y también sobre el nuestro como amantes de éste arte que es bello, importante, pero también imperfecto y la mayoría de las veces insuficiente para hacer justicia a las personas reales que inspiran las historias.
Creo que está destinado a ser clásico de clásicos. ¿Qué les pareció?