Lost In Translation
Hay algunas películas que tienen un nose qué que las hace especiales. En realidad no es una sola cosa, sino un conjunto de pequeños triunfos que conspiran para que una película exista en una burbujita única. Creo que #LostInTranslation es una de esas.
El mundo creado por #SofiaCoppola en Lost In Translation parece hecho solamente para que Charlotte y Bob existan en él. Para que se encuentren y se conozcan en el Park Hyatt de Tokio que también es como si existiera sólo para ellos y su disfrute, el resto de los huéspedes y la gente en ese bar es sólo un complemento para adornar su pequeño mundillo. Bob (Bill Murray) es un actor atravesando una crisis de mediana edad en todos sus ámbitos, tanto personalmente como en su carrera. Aceptó filmar un comercial de whisky en Japón por una absurda cantidad de dinero en lugar de una obra de teatro, dice autorreprochándose. Charlotte (Scarlett Johansson) egresó hace poco de la Universidad y a pesar de ser muchos años más joven, está pasando por una crisis similar.
Sofia Coppola nos permite conocer a ambos personajes por separado antes de juntarlos. Vemos a Bob ser indiferente a las llamadas de su esposa y a las muestras de alfombra que recibe de su parte. Charlotte llora al teléfono, ve a su esposo coquetear con una actriz, y contempla desde su ventana una ciudad inquieta mientras ella está estancada.
Dos almas en soledad que se encuentran y conectan. No hay cosa más romántica, pero ahí viene lo especial de esta película: lo ambiguo de este vínculo. Pero lo romántico no siempre tiene que ser sexual, de hecho hay muchas más intimidad en su charla en la cama completamente vestidos que muchas escenas de sexo. Sin embargo, la química está. De hecho la película deja bastante claro que la primera vez que Bob ve a Charlotte en el ascensor sin que ella lo note, la queda mirando porque la encuentra atractiva. La escena en la cama tiene tensión sexual, pero cuando todo termina en una charla y en una mano tocando un pie, de repente se convierte en algo muy tierno.
Más allá de la diferencia de edad (que entiendo que algunos pueden encontrar problemática), el guion encuentra el balance perfecto en la relación, y también tiene mucho que ver con lo que hacen los actores.
Veinte años después de su estreno, tenemos que destacar el acierto de Sofia en castear a Bill Murray y a Scarlett Johansson como sus protagonistas. La directora confesó en varias oportunidades que escribió el guion (que le valió un Oscar) pensando en Murray, y que si él no aceptaba, no tenía punto hacerla. Obviamente en 2003 él era un actor muy reconocido, pero lo que hace en esta película es muy diferente a lo que lo hizo conocido, y eso es todo mérito de Sofia. Como lo es también el descubrimiento de Scarlett Johannson, que también venía actuando hace varios años, pero sin dudas ésta es la película bisagra en su carrera.
“Nunca volvamos a este lugar, porque nunca nos vamos a divertir tanto como ahora”. La relación platónica entre Bob y Charlotte quedará por siempre en esa mágica semana en Tokio. Lost In Translation tiene uno de esos finales que trascendieron la película y se volvieron icónicos: Bob baja del auto para darle un último abrazo a Charlotte y decirle algo al oído que no llegamos a escuchar, algo tan íntimo que ni siquiera la audiencia está invitada a saber (aunque en internet hay gente que lo descubrió, pero no es parte de la película). Cuando la burbuja se rompe y es hora de abandonar el Park Hyatt para volver a la vida real, ambos seguirán sus respectivos caminos. Si tenemos que teorizar, no creo que Bob y Charlotte se hayan vuelto a ver nunca, pero seguramente nunca olvidaron esa semana en Japón donde no podían entender demasiado el lenguaje ni la cultura que los rodeaba, pero no necesitaban traducción para entenderse el uno al otro.
¿La vieron?¿La revisitaron por su aniversario número veinte? Está en Star Plus.