Nightmare Alley
Conociendo la fascinación de Guillermo del Toro por las criaturas fantásticas, los monstruos y lo macabro, no resulta extraño que su más reciente película transcurra gran parte en una feria de los años ‘30s repleta de personajes excéntricos, tarotistas, freaks y bebés con tres ojos conservados en frascos. Pero acá los verdaderos monstruos son los humanos, especialmente Stan Carlisle, el fascinante protagonista interpretado por Bradley Cooper en el mejor trabajo de su carrera.
Nightmare Alley está basada en la novela publicada en 1946 escrita por William Lindsay Gresham -ya tuvo una adaptación en 1947- y es una historia de engaños y estafas con un personaje principal extremadamente dañado que tomará decisiones que inevitablemente lo llevarán más y más hacia la oscuridad. Durante la impactante primera secuencia de la película vemos a Carlisle deshaciéndose de un cuerpo, y no lo vamos a escuchar hablar hasta entrados varios minutos más, cuando llega a la feria de Clem -el siempre magnético Willem Dafoe- donde consigue trabajo y conoce, entre varios otros personajes, a una tarotista (Toni Colette) y su marido Pete (David Strathairn), un mentalista que le enseñará los trucos para dominar el arte y “que las personas suelen estar desesperadas por contarte quienes son, solo tenés que saber leerlas”; algo que -como muchas otras cosas en este film- cobra mucho más sentido contemplando el arco del protagonista en su totalidad.
Esta película va construyendo su trama muy de a poco, durante la primera mitad en el circo es difícil determinar qué tipo de historia estamos viendo. Recién después de una elipsis de dos años, cuando Stan traslada su talento con el mentalismo a clubes y hoteles lujosos para hacer su acto frente a poderosas figuras, es cuando logramos descifrar qué tipo de película estamos viendo. Como todo noir, no puede faltar una femme fatale, y durante esta segunda mitad conoceremos al personaje interpretado por Cate Blanchett que junto con Bradley Cooper se roban absolutamente cada escena. Blanchett derrocha sensualidad, peligro y misterio en este personaje que parece haber nacido para interpretar.
Junto con The Power of The Dog, esta es la película más bella que vi en el año. La fotografía de Dan Laustsen es exquisita, los cielos hermosos, las sombras oscureciendo partes del rostro de los actores, es un completo deleite visual. Además, la dirección de arte y el vestuario -que siempre destacan en la filmografía de del Toro- acá son especialmente espectaculares.
Esta película tiene un tercer acto impresionante, que llega a lugares muy crudos y oscuros incluso para del Toro, que disfruta de lo sombrío pero suele poner toques de romanticismo y esperanza. Acá no los hay. Los últimos minutos no dan respiro y tiene un final que creo que es de esos para el recuerdo, los que te generan ganas de aplaudir cuando cortan a negro. Lo que sucede es absolutamente perfecto, y logra aún más excelencia porque Bradley Cooper lo entrega todo.
Una película bellísima, con mucho estilo y muy refinada como buen noir. No llega a ser mi favorita de Del Toro, pero es de lo mejor que hizo en mucho tiempo. Si pueden vayan a verla al cine para aprovechar toda su belleza. Sino, ya se consigue por ahí. Solo les pido que busquen la tele más grande que tengan para disfrutarla.