Oppenheimer
No estoy segura por qué, pero con los años Christopher Nolan se convirtió en un director bastante divisivo, sobre todo en redes sociales (donde los extremos y las hipérboles abundan). Nolan hizo películas que amo y que están dentro de mis favoritas de la vida. Pero tampoco estoy ciega a las críticas que se le hacen a sus vicios, y estoy de acuerdo con muchas de ellas, especialmente en Tenet, que creo que es por lejos lo peor de su carrera.
Así que teniendo ese antecedente pero con las expectativas incrementadas por las buenas reseñas, fui a ver #Oppenheimer. Como me gustó tanto, la fui a ver otra vez y un par de días después me siento segura al decir que es la película del año.
Oppenheimer está basada en American Prometheus, la biografía ganadora de un premio Pulitzer sobre el físico conocido como “el padre de la bomba atómica”. Creo que es la película perfecta para Christopher Nolan en este punto de su carrera. Al verla es evidente por qué le interesaba contar esta historia y por qué decide contarla de esta forma y en este momento. En su filmografía podemos ver su obsesión por la ciencia, la psicología y la figura de un protagonista masculino con traumas en el centro. Con Oppenheimer logra volcar todo eso en una película épica y enorme, no solo por la escala de las imágenes y la producción, sino también por sus temas.
Robert Oppenheimer es probablemente el protagonista más complejo de su filmografía, y al tratarse de una persona real es aún más interesante. Esta es una película muy hablada, son tres horas de diálogos rápidos sobre temas complicados que seguramente la mayoría de nosotros no llegamos a comprender del todo (aunque un gran logro de la película es que entiendas conceptos básicos de física), sin embargo lo verdaderamente importante de la película no está ahí. No del todo. Una de las críticas más comunes a Nolan es su frialdad y su falta de capacidad para transmitir emoción -con la cual muchas veces estuve de acuerdo- pero acá lejos de eso, logra su película más humana.
Oppenheimer es una película sobre la creación de la bomba atómica y la era dorada de la física cuántica, pero por sobre todo eso, es una película sobre la humanidad, y sobre los temas morales más grandes a los que nos enfrentamos y la responsabilidad sobre nuestras creaciones.
Decirlo así suena absolutamente pretencioso y puede que lo sea, pero la pretensión de Nolan en esta película creo que contribuye a su epicidad. La película arranca con una imagen de gotas de lluvia cayendo en un charco de agua, luego corta a la mirada absorta de nuestro protagonista. Imagen que se va a resignificar completamente con la última, convirtiéndolo en uno de los finales más angustiantes que recuerde haber visto. Cuando la película corta a negro sentí que estaba inmóvil, esta película me había pasado por encima y me había dejado con un montón de preguntas y pensamientos. Eso solo hace una gran película.
A pesar de la cantidad de diálogos, creo que lo importante está contado a través de imágenes, del montaje preciso que nos lleva a distintos momentos en la vida de Oppenheimer y a través de las interpretaciones. Especialmente la de Cillian Murphy, que a través de sus ojos, su semblante o la entonación de su voz nos transmite todo lo necesario para que entendamos lo que pasa por la cabeza del personaje. Inteligencia, empatía pero a la vez egoísmo, necesidad de reconocimiento, duda, negación, resignación y culpa.
Robert Downey Jr. es el Salieri del Mozart de Murphy, y verlo actuar nuevamente de esta forma y poniéndose nuevos desafíos me puso muy contenta. Lewis Strauss y su punto de vista en blanco y negro rondan la película constantemente, pero pasan a primer plano durante la tercera hora. Que entiendo que sea lo que más cueste de la película, pero que te agarre cansado y abrumado puede que hasta sea intencional. No lo sé, pero estructuralmente funciona para lo que Nolan nos quiere transmitir. La persecución y el descarte.
Pero la película alcanza su pico con la prueba Trinity. Puede que esta sea la secuencia mejor dirigida del año. El nivel de tensión y construcción del suspenso mediante el diseño de sonido y el montaje en esta escena es absolutamente magistral. Cuando explota esa bomba y el fuego invade la pantalla es al mismo tiempo bellísimo y terrorífico. Estás hipnotizado hasta que el estruendo te devuelve a la realidad. Fantástico.
Esta escena se empareja con el discurso de Oppenheimer, donde Nolan nos transmite la sensación de pánico y ansiedad utilizando todos los recursos que el maravilloso arte del cine te da.
Las preguntas y temas que trae a la mesa esta película van a ser relevantes siempre. Las consecuencias de nuestros actos. La moral pero también la inevitabilidad de algunas cosas. La historia de Oppenheimer tantos años después nos da otra luz sobre un momento que definió la historia moderna, y que se repetirá mientras los humanos sigamos habitando el planeta.