Red Rooms
El auge y la fascinación por el true crime no es ninguna novedad, y no es la primera vez que lo menciono acá y también hablé de esto más de una vez en mi podcast. Más allá del interés que nos generen estos casos por el “nivel normal” de morbo, hay veces que esto cruza un límite que roza lo obsesivo, lo cual puede albergar mucha oscuridad y hasta sadismo.
Red Rooms es un thriller que nos enfrenta a esto, a la obsesión por un caso real de un asesino que cometió los crímenes más atroces que podamos imaginar poniéndonos en el lugar que tenemos siempre, el de espectadores. El punto de vista es el de nuestra protagonista, Kelly-Anne. Uno de los aspectos más únicos que tiene esta película es justamente la construcción de este personaje protagonista, que deja de lado algunas convenciones habituales y recuerda un poco al personaje de Sandra Hüller en Anatomy of a Fall, película en la que pensé más de una vez mientras veía Red Rooms. Pero Kelly-Anne es incluso más ambigua y enigmática que Sandra.
Es una chica solitaria que trabaja de modelo pero enseguida nos enteramos que sus ingresos principales no vienen del modelaje, sino de su presencia en internet donde juega, apuesta y tiene una considerable fortuna en criptomonedas. Kelly-Anne está obsesionada con el caso de Ludovic Chevallier, un asesino de chicas que transmitía sus crímenes en “red rooms" en la dark web por un precio. En la secuencia inicial vemos que hasta duerme en la calle para asegurarse un lugar en la audiencia del juicio de Chevalier. Pero ¿por qué? ¿cual es su motivación? ¿es algo personal? ¿acaso está involucrada de alguna manera en este caso o con el asesino?
La película de a poco nos permite conocer un poco más los hábitos de nuestra protagonista, que básicamente tiene habilidades de hacker -recuerda bastante también a Lis de Girl With The Dragon Tattoo- y las usa para stalkear a familiares de las víctimas, ¿por qué? ¿qué es lo que busca? ¿es nuestra protagonista una heroína o antiheroína?
La película también nos presenta a Clementine, otra aficionada del caso que sostiene fervientemente la inocencia de Chevalier porque se siente atraída por él. Básicamente una groupie, cosa que tampoco es tan extraño en casos como este. Pero Clementine y Kelly-Anne son muy diferentes, y de hecho la oscuridad de Kelly-Anne va a quedar cada vez más en evidencia desde que empiezan a pasar tiempo juntas.
El morbo y el voyeurismo van de la mano. El sentir placer o satisfacción mirando al otro es algo que fascinaba a Hitchcock, a Brian de Palma y a Michael Powell en su gran película Peeping Tom. Hoy el voyeurismo toma otra forma a través de las pantallas y de lo que consumimos. ¿Cuándo habremos visto suficiente? Esta película aborda aspectos como la deep web, la dark web y la existencia de red rooms donde justamente “el mirar” está llevado al extremo del sadismo y lo perverso.
Pero Pascal Plante hace algo muy inteligente en una película sobre el voyeurismo y la mirada: no nos muestra prácticamente nada. Ya desde la escena inicial durante el alegato de apertura nos describen con sumo detalle los crímenes cometidos por el asesino, y también nos introducen la existencia de las filmaciones de estos abominables crímenes que serán mostrados más adelante en el juicio, otro aspecto que recuerda a Anatomy of a Fall. Pero a diferencia de la grabación usada como evidencia en el juicio en esa película, acá el director no nos los muestra, deja que solo los escuchemos, veamos reacciones y nuestra imaginación haga el resto. Lo que se logra es muy perturbador y te hiela la sangre.
Durante el último acto nuestra protagonista llega a un extremo bastante oscuro con su obsesión, y la tensión se eleva al máximo poniéndonos al borde de la silla básicamente viendo solo pantallas, el rostro de Kelly-Anne y reforzando todo con un soundtrack impresionante. Es un gran trabajo de dirección y de interpretación de Juliette Gariepy que logra transmitir lo suficiente de este personaje muy estoico con mucha sutileza y frialdad.
¿La vieron? ¿Qué les pareció?