Tár
Lydia Tár es compositora y una de las directoras de orquesta -o Maestro- más reconocidas, es de los pocas que ha completado un EGOT, ha dirigido las orquestas importantes del mundo y actualmente está frente a la filarmónica de Berlín y a punto de sacar su libro “Tár on Tár”. Así arranca la nueva película de Todd Field, presentándonos el impresionante CV de su protagonista durante una entrevista para el New Yorker. Todo se siente sumamente específico y real, por lo que no es raro que muchos hayan creído que estaban viendo la biopic de una persona que existió, pero no es así. Lydia Tár es un personaje muy complejo y tridimensional pero completamente ficticio escrito por el director especialmente para ser interpretado por la siempre excelente Cate Blanchett, que se adueña completamente de la pantalla.
Sin dudas #TAR es de las películas más fascinantes del año pasado, tanto por su precisa dirección, sus vibras muy kubrickianas, sus elementos de thriller psicológico con tintes de género -hay secuencias bastante terroríficas con elementos que rozan lo sobrenatural- como por el problemático personaje al frente de esta historia. Field elige exactamente qué mostrarnos del pasado de Lydia para que podamos entender algo sobre ella, pero también es lo suficientemente ambiguo como para que las conclusiones y juicios finales los terminemos de sacar nosotros.
A simple vista podríamos decir que esta es una película sobre la cultura de la cancelación, y aunque seguro es un aspecto importante de la historia, creo que Field nos quiso presentar una película sobre el poder y la construcción de la “persona”, la posición, autoridad y status que se logra con él. Lydia tiene dos departamentos de lujo en Berlín, se hospeda en los mejores hoteles, viaja en primera clase y da entrevistas al New Yorker, seguramente porque se lo ganó con su talento, pero se mueve aprovechando cada privilegio que ésta posición le otorga, ya sea para coquetear con una chica o asustar a una niña.
En Tár hay un personaje ausente pero omnipresente, una ex alumna y “protegida” de Lydia que sabemos tuvo algún tipo de relación con ella y que terminó con mails que le complicaron la carrera. A la que sí vemos es a Olga, la nueva y joven violinista que empieza una “amistad” con Lydia. No vemos en pantalla nada demasiado inapropiado entre ellas, pero la construcción de poder que la película nos transmite sobre Lydia nos hace sospechar de sus intenciones, de una relación “transaccional” como la llama Sharon, su esposa.
Esta película tiene una de mis escenas favoritas del año y que es clave para la tesis de ésta película y la construcción de este personaje. La escena de la clase en Julliard en la que Lydia discute con su alumno sobre el arte y el artista, la moral detrás de Bach como persona y los juicios de valor de la generación de las redes sociales sobre los artistas. Además de ser una discusión muy interesante, los movimientos de cámara (en plano secuencia) y de los actores durante esta escena es magistral.
Como dije en un párrafo anterior, lo que más me gusta de esta película es lo ambigua que es y cómo evita juzgar a su protagonista (que haciéndola mujer y lesbiana le añade mucho más complejidad que si hubiera sido un hombre) para invitarnos a cuestionarnos algunas cosas. Qué es el arte, qué es el artista y qué es la “persona” que se construye alrededor de un nombre o un status. ¿Lydia merece su posición de poder por su talento como artista? ¿Merece una condena? Ninguna respuesta es simple pero las preguntas son muy interesantes.
¿Qué les pareció?