Se habla de #TheBear hace ya un par de meses, ahora que finalmente apareció en @starplusla y pude devorarla en dos días -porque es muy difícil soltarla- puedo afirmar que estoy muy de acuerdo con los elogios que recibió. Una temporada prácticamente perfecta de televisión.
The Bear es la historia de Carmen “Carmy” Berzatto (impecable Jeremy Allen White), un brillante y premiado chef que vuelve a su Chicago natal para hacerse cargo del restaurante de sándwiches italianos que su hermano le dejó en su testamento antes de suicidarse.
La serie nos mete en la cocina de The Original Beef of Chicagoland de entrada y sin demasiado contexto ni explicaciones. A los tumbos. Conocemos a los empleados que están ahí hace muchos años y algunos no toman tan bien la llegada de Carmy y sus intenciones de “arreglar” el lugar con sus sistemas y métodos traídos de restaurantes franceses. De a poco entendemos los problemas de dinero que tiene el lugar, los roces con el “primo” Richie y algo más sobre Mikey Berzatto, que aunque solo lo vemos en un corto flashback en una escena cálida y hermosa (Jon Bernthal hace mucho con muy poco), su presencia se siente durante toda la temporada.
El personaje que servirá como nuestra entrada a la cocina de The Beef es Sydney, una talentosa chef que a pesar de tener un gran CV se postula en este modesto restaurante para trabajar junto a su ídolo Carmy. La relación entre ambos está muy bien construida, y el vínculo mentor-alumna me recordó por momentos a Don y Peggy en Mad Men, pero un poco más sano aún teniendo en cuenta los traumas que carga Carmy (es difícil ser más problemático que Don ja).
Además de ser un fiel reflejo de la locura que se vive en una cocina según aseguran trabajadores de gastronomía y ser una historia sobre la familia, termina siendo también una historia inspiradora sobre el trabajo en equipo y la familia encontrada. Me gusta también cómo revaloriza el trabajo inmenso y sacrificado que hay detrás de cualquier restaurante, por más modesto y aparentemente simple que sea, aún más cuando son negocios familiares donde los problemas a resolver van desde la comida a un inodoro estallado.
A nivel técnico esta serie es demencial. El ritmo frenético de esa cocina es desesperante, la cámara se mueve entre los chefs de forma rápida pero precisa. Entre los diálogos y el sonido constante del teléfono, ollas y cuchillos cortando vegetales da una sensación de caos pero sin perder la prolijidad. Siempre podés seguir el hilo y la espacialidad de los personajes. Esto llega al nivel cúlmine de virtuosismo en el episodio 7, que tiene un plano secuencia de aproximadamente 20 minutos. Mientras lo estaba viendo tardé un par de minutos en darme cuenta que el plano no había cortado y que habíamos recorrido prácticamente todo ese restaurante y visto a todos los personajes moverse. Los planos secuencias tan largos muchas veces pueden sentirse arbitrarios o pretenciosos. En The Bear se siente ganadísimo y necesario para llegar al punto de ebullición de Carmy, Sidney, Marcus y prácticamente todos en esa cocina.
El episodio final vuelve a abrir con un plano largo pero esta vez sostenido sobre el rostro de Carmy dando un monólogo donde se abre completamente y es ahí donde terminamos de conocerlo, en el final de temporada. Una decisión un tanto arriesgada pero que funciona perfecto en un cierre completamente hermoso que me emocionó más de lo que pensé. Casi sin darme cuenta y con relativamente poco tiempo (en total la serie dura un poco más de 4 horas), The Bear logró que me encariñe con un montón de personajes y a cada uno le da un pequeño arco que cierra maravillosamente. Y a la vez sea una promesa para un nuevo inicio, ya que la segunda temporada está confirmada.
Si la vieron cuentenme qué les pareció. Yes Chef!