The Bear demostró en su segunda temporada que los altos que podía tocar la convertían en de lo mejor de la televisión. Después de una primera temporada frenética que nos agarró a todos desprevenidos y terminó arrasando con todas las categorías de los Emmy, en su segunda temporada se solidificaba como una gran serie. No sólo estaba estructurada de una forma muy inteligente alrededor de una cuenta regresiva hacia la inauguración de The Bear, sino que exploraba más profundamente a su protagonista, y además daba lugar al resto de los personajes que integran esa cocina haciendo que todos se ganen nuestro corazón. Hay series que pasan a la historia, y dentro de esas series hay episodios especialmente memorables que todos recordamos por nombre. Es el caso de Ozymandias, The Suitcase, The Rains of Castamere. Creo que Forks o Fishes están en una posición similar.
Con todo esto obviamente que las expectativas estaban altas. Y es cierto que competir con una temporada perfecta como lo fue la segunda es bastante difícil, pero a la vez también sabemos de lo que The Bear es capaz. Así que como espectadores probablemente estamos un poco exigentes, y no creo que esto sea algo malo. La tercera temporada encuentra varios puntos altos, pero no tantos como en la segunda temporada. En cierto modo, creo que la tercera temporada podría decirse que es bastante autoconsciente y va a tono con sus personajes.
Al igual que en la temporada pasada, cuyo primer episodio establecía “el propósito” como uno de los grandes temas a tocar, “Tomorrow” en cierto modo nos indica el rumbo que estos diez episodios van a tener. En lo personal, es de mis favoritos porque me encanta cuando se animan a algo diferente. Creo que Christopher Storer a esta altura tiene la confianza (y la nuestra) para poder arrancar una temporada así, con un episodio prácticamente sin diálogos. Puro montaje y música de Trent Reznor & Atticus Ross. Es un lujo. Pero lo cierto es que es puramente reflexivo, un viaje introspectivo de Carmy por todo lo que pasó para llegar a donde está. Lo bueno y lo malo. ¿Hay información nueva? Muy poca ¿”avanza la trama”? Para nada.
Podría decirse que a nivel narrativo, The Bear en esta temporada está tan estancada como sus personajes. Carmy logra abrir The Bear (y salir del freezer), ¿y ahora qué sigue? ¿puede Carmy encontrar finalmente su propósito y felicidad haciendo lo que le gusta, o siempre habrá algo más? ¿realmente le gusta hacer esto?¿lo disfruta? Esta vez tenemos varios cameos de chefs famosos y quizás haya algo de exceso en eso que a algunos nos dejó un poco afuera. Pero creo que, sobre todo en el último episodio, sirven para reforzar una idea sobre Carmy. Contrastar una relación sana con la profesión versus la relación tóxica que tiene nuestro protagonista con la cocina. Que en este aspecto, podríamos suplantarlo con cualquier profesión o cualquier vínculo. Porque The Bear nunca fue una serie sobre cocina, aunque encuentre formas hermosas de mostrarla y homenajearla. Es una serie sobre el trauma. El de vivir en una familia disfuncional, del abuso psicológico, de la muerte.
Al igual que Carmy, tanto Sydney como Richie se encuentran estancados. Ambos tuvieron grandes arcos durante la temporada pasada -sobre todo el primo-, y creo que esta vez se siente entre repetitivo y regresivo. Syd vuelve a tener dudas (y con mucha razón) sobre su asociación con Carmy y el lugar que realmente ocupa en The Bear. Richie, por otro lado, venía con bastante impulso tras su paso por Ever para volver a replantearse su situación personal. Me gustó volver a ver a Gillian Jacobs como Tiff, pero su inminente matrimonio también había sido mencionado en la temporada anterior. No hubo demasiados cambios ahí (aunque sí una estrella invitada que amé).
Quienes sí tuvieron puntos muy altos en esta temporada fueron Tina y Nat, que tienen sus propios episodios para protagonizar. Napkins es también el debut en la dirección de Ayo Edebiri y demuestra que no solo es una gran Syd sino que una buena directora. Un episodio con hermoso montaje, buen ritmo y de lo más conmovedor. Es impresionante la luz que le da Jon Bernthal a esta serie, creo que desde el desgarrador último plano de la primera temporada no puedo ver a Mikey sin quebrarme un poco. Nat, por otro lado, logra finalmente hacer las paces con su madre en un hermoso episodio de diálogos y primeros planos llevado por dos grandes actrices.
La temporada pasada se habló sobre el propósito, y creo que una de las temáticas de esta temporada es el “legado". De hecho le da nombre a uno de los episodios. Carmy le explica a Marcus esta idea de que un chef se lleva un poco de cada restaurante, de cada maestro, al siguiente lugar al que va. De esta forma se va transmitiendo una especie de herencia. En algún punto esto también es una parte de los efectos del trauma que la serie intenta tocar, ¿estamos destinados a dañar a otros a causa de nuestros propios problemas? ¿Carmy va a terminar pasándole a Syd toda esta oscuridad que lleva dentro? ¿a Claire? ¿va a poder Nat tener un vínculo sano con su hija a pesar de su relación complicada con su propia madre?
The Bear sigue siendo maravillosa, y da gusto pasar tiempo con estos personajes, pero no se puede evitar sentir cierta frustración por no avanzar. Que es exactamente cómo se sienten estos personajes que no pueden resolver cómo seguir personal y profesionalmente. Como la reseña del Chicago Tribune para The Bear el restaurante, esta reseña para The Bear la serie, es mixta.
¿La vieron? ¿Qué les pareció?