The Menu
Las sátiras sociales son cada vez moneda más corriente en películas y series. Desde Get Out hasta The White Lotus, pareciera que el comentario sobre ciertas clases sociales en esta era de CEOs que controlan el mundo y capitalismo descontrolado es una preocupación de muchos realizadores y espectadores.
Mark Mylod lo viene haciendo en los episodios de Succession hace un tiempo, y ahora con #TheMenu -su primer largometraje- combina el comentario social sobre la clase alta con el mundo de la gastronomía elitista que también está teniendo un auge como nunca antes. Después de varias temporadas de Chef’s Table, chefs que se convirtieron en celebridades y una pandemia que encerró por un año a todos, el mundo gastronómico explotó, los foodies e influencers gastronómicos coparon las redes y las “experiencias” culinarias se pusieron muy de moda en gente de cierto status social y económico. Todo esto hace aún más relevante y divertida la premisa de The Menu.
Un grupo de selectos millonarios que representan a cada estereotipo de persona rica -actores, crìticos snobs, un grupo de trabajadores del rubro tecnológico y un matrimonio de familias adinerada de las clásicas- van al restaurante del chef Julian Slowik (Ralph Fiennes) para una experiencia culinaria exclusiva que consta de 12 platos. El foodie más fan y emocionado por estar ahí es interpretado por Nicholas Hoult, y su cita de último minuto después de haber roto con su pareja es Margo (Anya Taylor Joy) que es claramente alguien que no encaja en la burbuja del resto de los comensales, es la más crítica y realista con respecto a la situación y funciona como el punto de vista de la audiencia (y también del director). Margo no sucumbe ante los sofisticados platos del enigmático chef, más bien se siente insultada por ellos y esto descoloca la velada que tenía planificada Slowik.
De a poco el menú de la noche se va transformando en algo bastante oscuro, absurdo e impredecible pero sumamente entretenido de saborear. La química entre Fiennes y Anya saca chispas y es lo que hace que la película funcione tan satisfactoriamente.
Obviamente que esta sátira está ubicada en el mundo gastronómico pero podría trasladarse al cine, a la literatura y a cualquier otra expresión artística. El snobismo de la crítica y las pretensiones de aquellos que se sienten superiores por acceder a experiencias exclusivas terminan muchas veces desdibujando el verdadero sentido del arte, y esa búsqueda me resultó muy interesante.
La tensión está muy bien manejada y la sensación de claustrofobia se intensifica a cada minuto. Los thrillers que suceden en una sola locación suelen ser difíciles de sostener pero en este caso se logra maravillosamente.
¿La vieron? ¿Qué les pareció?