The Penguin
No suelo darle chances a series de superhéroes o spin-offs, pero The Penguin me empezó a llamar la atención cuando pasó de ser un Max Original a tener el sello de HBO y ocupar el prestigioso lugar en la programación del domingo por la noche. Esta movida creo que vino cuando algún ejecutivo vio que tenían una buena serie entre sus manos, y por más altibajos que tenga HBO, creo que siempre garantiza cierta calidad.
A esta versión de El Pingüino lo conocimos en The Batman de Matt Reeves, que aunque tiene varias escenas donde se destaca, no es especialmente relevante en la película. Pero la muerte de Carmine Falcone sienta las bases para la historia de esta serie que, en mi opinión es un punto a favor, no está demasiado interesada en conectar constantemente con la película o con Batman. Más allá de obviamente tener personajes y lugares conocidos como Gotham, Arkham o los Falcone, los “easter eggs” son más bien incidentales.
En The Penguin, la showrunner Lauren LeFranc quiere contar una historia de mafiosos con un Oz protagonista que recuerda un poco más a Tony Soprano que al Pingüino de Danny DeVito. Y al igual que Tony Soprano, este Oz necesita muchísimas horas de terapia.
Después de la muerte de Carmine, Oswald Cobb va haciéndose lugar en las calles de Gotham, complotando para enfrentar y finalmente destruir al resto de la familia Falcone junto con el otro imperio mafioso que domina la ciudad, los Maroni. Pero el caballo de Troya de esta serie no es este complot de familias ni la pelea por Gotham. Es Oz, Victor Aguilar y Sofia Falcone.
Lauren Lefranc y los guionistas sabían exactamente dónde querían llegar con esta serie y más aún, cómo querían hacernos sentir. Esta serie te manipula constantemente. Poner a un villano (y a uno bastante icónico) de protagonista es un arma de doble filo. Tiene que ser lo suficientemente interesante para sostener una serie, lo suficientemente cuestionable para que siga funcionando como villano, pero no demasiado irredimible para que justamente no cueste tanto verlo y encontrar la forma de humanizarlo.
Todo eso lo hacen acá mediante la construcción del vínculo entre Oz y Victor que es el corazón emocional de la serie.
Un chico que perdió todo en la inundación de Riddler y ve en Oz una mezcla entre figura paternal y una oportunidad para empezar de nuevo. La serie nos enternece y nos compra con cada escena de ellos juntos fortaleciendo esta relación, haciéndonos ver este lado humano y redimible de Oz que hace que perdonemos todos los crímenes atroces que lleva a cabo (porque después de todo, nadie nos importa más que Vic).
Otra de las armas secretas de esta serie es Sofia Falcone, interpretada con una fuerza y un poder por Cristin Milioti que parece que nació para encarnarla. La serie me parece buena en su totalidad, pero uno de los puntos más altos y donde me compró definitivamente fue en el cuarto episodio, donde conocemos su historia. Creo que rankea entre los mejores episodios de televisión que vi en el año, porque en tan solo 50 minutos me contaron una historia fascinante y le dieron un arco fantástico a este personaje que para el final hizo que la banque para siempre y se convierta en una co-protagonista (aunque podríamos discutir que por momentos esta es SU serie) más que interesante.
Como ya dije antes, Oz necesita no horas, sino años de terapia (y de cárcel). El otro elemento fundamental para esta historia es la relación con su madre. Esta línea argumental está tratada con suma sutileza a nivel guion. La madre es introducida en el primer episodio, pareciera que también para mostrarnos el lado humano de Oz. Un niño mimado que ama y cuida a su madre -que además tiene problemas de salud- y la va a proteger a toda costa. Las capas detrás de la relación entre Oz y Francis se van a ir pelando poco a poco, hasta dejar al descubierto la fruta más podrida que podamos imaginar.
El final es absolutamente satisfactorio a nivel narrativo y emocional. Ahí es donde la showrunner nos enfrenta a quien estuvimos viendo todo este tiempo. Me sorprendió lo inmersa en los personajes y vínculos que estaba en este punto y me rompió bastante el corazón.
Colin Farrell debajo de todos esos prostéticos -que sinceramente me cuestiono bastante si esto está bien- hace un trabajo espectacular con su cuerpo y con su voz. Pero sin dudas creo que la revelación es la Sofía de Cristin Millioti.
¿La vieron? ¿Qué les pareció?