Aftersun
La ópera prima de la escocesa Charlotte Wells se siente como un pedazo de su historia y seguramente la de muchos. Aftersun es una película que resalta el potente poder de la memoria, de la comprensión y de la compasión.
Creo que no es la primera vez (ni será la última) que destaco la importancia de la sutileza de una película a la hora de darnos información, no vomitar exposición en diálogos nos da la posibilidad de adentrarnos más en la historia, interesarnos más en los personajes y prestar atención a cada detalle de la puesta, el montaje o a las actuaciones para poder conocerlos más. En mi opinión eso genera una conexión muy fuerte con la historia que en películas como ésta es indispensable para que funcione y genere la emoción que genera.
Aftersun arranca con una grabación de VHS donde conocemos a Sophie, una niña de 11 años, y a su joven papá de apenas 30, y los seguiremos en unas vacaciones de verano en Turquía. A veces desde el lente de una videograbadora y a veces no. A pesar de que no hay un claro indicio del contexto de estas vacaciones (aunque hay algunas pistas desde el primer plano) se siente que lo que estamos viendo no es el presente. Por algunas líneas de diálogo nos enteramos que Calum y la mamá de Sophie están separados hace mucho pero llevan una buena relación a pesar de que viven en ciudades distintas.
Esta es una película con varias capas. La más superficial es encantadora y llena de hitazos de los 90s, pero en los silencios y en las miradas de Callum se transmite una oscuridad que te eriza la piel. Paul Mescal logra interpretar a Callum con esta dualidad de emociones de forma magistral. Además, Wells constantemente lo encuadra de forma incómoda en el plano, muchas veces vemos sólo parte de su rostro o su cuerpo ocupando sólo una parte del cuadro, comunicándonos su sensación de soledad, fuera de lugar, angustia.
Lo más doloroso pero a la vez reconfortante es cuando finalmente comprendemos algo más del contexto de lo que estamos viendo. Sophie, ahora de la edad que su padre tenía en esas vacaciones, puede comprender lo que él estaba atravesando en ese momento. Calum fue un excelente padre que hizo lo que pudo por hacer feliz a su hija a pesar de sus demonios internos. La paternidad es un tema complicado y pocas veces vemos películas que muestren de forma tan honesta y tan humana lo difícil que puede ser. El año pasado Maggie Gyllenhaal lo hizo en The Lost Daughter, y Charlotte lo hace esta vez poniendo en foco a su padre pero desde su punto de vista que es, en cierta forma, doble. La Sophie de 11 años sabe que su papá no está bien, pero es la mirada de la Sophie adulta a través de esos recuerdos lo que permiten la compasión y en cierta forma, el perdón.
La película no necesita decirnos explícitamente pero lo comunica a través de la escena del baile al ritmo de Under Pressure (ninguna elección musical es aleatoria) y de la despedida en el aeropuerto, que esta es la última vez que Sophie vio a su padre. Durante el baile la directora vuelve a lograr esa sensación de dualidad al transmitirnos algo que es en igual medida alegre y divertido como completamente desolador.
La sensación de angustia que sentí cuando terminó la película se fue transformando en otra cosa con el correr de los minutos. Creo que al igual que le pasa a la Sophie adulta, Aftersun se asienta con el tiempo y ahora cuando la pienso me transmite mucha paz, porque así se siente comprender y perdonar.
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